
“A mi la Muestra me salvó la vida, sería nulo como autor si no hubiese existido este concurso, en él yo cociné mis obras, las aderecé, y en definitiva, me hice conocido, me sentía como Moliere en la corte del rey porque era el Estado de Chile quien me daba la oportunidad de trabajar con la palabra y con absoluta libertad”. Benjamín Galemiri
Por Willy Haltenhoff Nikiforos
Vive itinerando de sala en sala, quizás fiel al espíritu primitivo del teatro. Pues, así como Tespis, poeta griego, padre del teatro, iba de sala en sala en los albores del arte dramático, la Muestra Nacional de Dramaturgia, que este año cumple doce años, también ha tenido como hogar muchas salas; el anfiteatro del Parque Forestal, Matucana 100, Teatro San Ginés, el Teatro de la UC, entre otros. Nació para fomentar la escritura dramática, sobre todo para descubrir nuevos talentos. Con el tiempo su horizonte se amplió; hoy, además, concursan elencos y escuelas universitarias para montar las obras, es también ocasión para el debate y la reflexión teórica, y asisten especialistas que dialogan con creadores locales. En esta ocasión, juntamos a los consagrados Juan Radrigán, ganador en cuatro ocasiones y también jurado varias veces; Benjamín Galemiri, cinco veces ganador y también jurado; Ramón Griffero, ganó en cuatro ediciones, también fue jurado, y a la dramaturga Alejandra Moffat, de 23 años, ganadora el año pasado con “Bufalito que camina con jeans apretado y chaqueta de cuero”.
Ser o no ser dramaturgo
Ramón Griffero, dice que la Muestra “significa mucho para la dramaturgia chilena, no olvidemos que su mejor efecto fue gatillar la escritura nacional, recuerdo que en los ´80, los dramaturgos eran Radrigán, De la Parra y yo, Galimiri recién empezaba, y si había un concurso por ahí se presentaban dos o tres obras, ahora se reciben más de cien textos para participar. En once años la muestra ha recibido más de mil textos; está claro que impulsa a la generaciones nuevas a escribir, no olvidemos que hoy hay 24 escuelas de teatro en el país y de ahí salen mucha gente buena”.
Agrega que este encuentro “da relevancia al rol del autor, algo que hace falta porque acá no se estudia la dramaturgia del siglo 19, siendo que es tan importante. No hay que olvidar que el teatro cuenta la historia de un país”.
Si, nota que hay escasa difusión de los autores ganadores. “Cuando nosotros comenzamos a escribir no existía el teatro de mercado, los medios te daban espacio, pero hoy todo se ha reducido a prensa de farándula ¿has visto a algún ganador de la Muestra en un programa de TV?, no es posible que sea más importante la Marlen Olivarí que un dramaturgo que haya ganado la Muestra.
Juan Radrigán, opina que este concurso le ayudó bastante, aunque el ya tenía su carrera hecha cuando comenzó a participar. Aclara sí, que “no hay que eternizarse, no hay que mandar obsesivamente textos. Además, la muestra debe recuperar ese sentido de fiesta que tenía cuando se hacía en el Parque Forestal donde iba mucha gente, ahora es como una temporada en una en sala”. Tampoco está de acuerdo con las llamadas puestas en espacio. “No me parece bien, no es mucho premio para un autor y si sale caro los montajes completos, hay que bajar las cantidades de ganadores”, concluye. El aclamado autor de “El Loco y la Triste”, apunta que este concurso “le sirve mucho a los jóvenes, ojalá nunca desparezca”. Sobre la calidad de los textos de las últimas ediciones, para muchos un tanto débiles, el dramaturgo opina que “entre los textos hay de todas las calidades, el tema es la rigurosidad en la elección, a veces hay preferencias de los jurados por sus alumnos, eso es pernicioso”.
Vive itinerando de sala en sala, quizás fiel al espíritu primitivo del teatro. Pues, así como Tespis, poeta griego, padre del teatro, iba de sala en sala en los albores del arte dramático, la Muestra Nacional de Dramaturgia, que este año cumple doce años, también ha tenido como hogar muchas salas; el anfiteatro del Parque Forestal, Matucana 100, Teatro San Ginés, el Teatro de la UC, entre otros. Nació para fomentar la escritura dramática, sobre todo para descubrir nuevos talentos. Con el tiempo su horizonte se amplió; hoy, además, concursan elencos y escuelas universitarias para montar las obras, es también ocasión para el debate y la reflexión teórica, y asisten especialistas que dialogan con creadores locales. En esta ocasión, juntamos a los consagrados Juan Radrigán, ganador en cuatro ocasiones y también jurado varias veces; Benjamín Galemiri, cinco veces ganador y también jurado; Ramón Griffero, ganó en cuatro ediciones, también fue jurado, y a la dramaturga Alejandra Moffat, de 23 años, ganadora el año pasado con “Bufalito que camina con jeans apretado y chaqueta de cuero”.
Ser o no ser dramaturgo
Ramón Griffero, dice que la Muestra “significa mucho para la dramaturgia chilena, no olvidemos que su mejor efecto fue gatillar la escritura nacional, recuerdo que en los ´80, los dramaturgos eran Radrigán, De la Parra y yo, Galimiri recién empezaba, y si había un concurso por ahí se presentaban dos o tres obras, ahora se reciben más de cien textos para participar. En once años la muestra ha recibido más de mil textos; está claro que impulsa a la generaciones nuevas a escribir, no olvidemos que hoy hay 24 escuelas de teatro en el país y de ahí salen mucha gente buena”.
Agrega que este encuentro “da relevancia al rol del autor, algo que hace falta porque acá no se estudia la dramaturgia del siglo 19, siendo que es tan importante. No hay que olvidar que el teatro cuenta la historia de un país”.
Si, nota que hay escasa difusión de los autores ganadores. “Cuando nosotros comenzamos a escribir no existía el teatro de mercado, los medios te daban espacio, pero hoy todo se ha reducido a prensa de farándula ¿has visto a algún ganador de la Muestra en un programa de TV?, no es posible que sea más importante la Marlen Olivarí que un dramaturgo que haya ganado la Muestra.
Juan Radrigán, opina que este concurso le ayudó bastante, aunque el ya tenía su carrera hecha cuando comenzó a participar. Aclara sí, que “no hay que eternizarse, no hay que mandar obsesivamente textos. Además, la muestra debe recuperar ese sentido de fiesta que tenía cuando se hacía en el Parque Forestal donde iba mucha gente, ahora es como una temporada en una en sala”. Tampoco está de acuerdo con las llamadas puestas en espacio. “No me parece bien, no es mucho premio para un autor y si sale caro los montajes completos, hay que bajar las cantidades de ganadores”, concluye. El aclamado autor de “El Loco y la Triste”, apunta que este concurso “le sirve mucho a los jóvenes, ojalá nunca desparezca”. Sobre la calidad de los textos de las últimas ediciones, para muchos un tanto débiles, el dramaturgo opina que “entre los textos hay de todas las calidades, el tema es la rigurosidad en la elección, a veces hay preferencias de los jurados por sus alumnos, eso es pernicioso”.
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