2 de febrero, 2010
Durante cuatro días la ciudad fue escenario de las andanzas de estos dos gigantes que visitaron Chile con el espectáculo callejero “La Invitación”.
Se trató del evento de cierre del festival que estuvo este año dedicado a las celebraciones del Bicentenario.
Todo comenzó con una misteriosa grieta en la ciudad. En medio del asfalto de la Plaza Venezuela, frente al Mercado Central, apareció el jueves a las 7 de la mañana un sorpresivo y enorme géiser que cada 10 minutos asombraba a los cientos de transeúntes que llegaron a conocerlo, con un gran chorro de agua expulsado hacia los aires.
Se trataba de las primeras pistas de la llegada de los dos gigantes más populares de nuestro país: la Pequeña Gigante y su tío, el señor Escafandra, quienes visitaron Chile en el marco del Festival Internacional Santiago a Mil con “La Invitación”, espectáculo callejero que el director de la compañía francesa Royal de Luxe, Jean Luc Courcoult, tituló así “porque han sido invitados para festejar el aniversario de la Independencia del país, y, a la vez, el corazón de la Pequeña Gigante tiene ganas de invitar a los chilenos a almorzar con ella y seguir esta historia. Por lo tanto, este título se refiere a una doble invitación”.
Tal como en su primera visita de 2007, donde fue despertada en la Plaza Venezuela por la presidenta Michelle Bachelet, la Pequeña Gigante se levantó de su siesta con la visita de la mandataria a las 10.45 de la mañana en la Elipse del Parque O’Higgins, para tomar desayuno con la muñeca.
La presidenta llegó al lugar acompañada por el director de la compañía y la Ministra de Cultura, Paulina Urrutia y la directora del Festival Santiago a Miol, Carmen Romero. De igual forma, el Cuadro Verde de Carabineros también se hizo presente regalándole a la pequeña un globo gigante.
Tras saludar a la mandataria, ducharse, vestirse y realizar sus ejercicios matutinos, la Pequeña Gigante se dirigió a laguna del Parque O’Higgins donde sumergió los pies y decidió dormir una siesta para despertar luego a las 17 horas y subirse al barco que la llevaría hasta la Plaza de la Constitución.
Ya en este punto, se calculaba que alrededor de 600 mil personas se habían reunido para acompañar a la muñeca en su paseo por el centro de Santiago y con el cual, a medida que avanzaba por las calles de Santiago, iba reuniendo a más espectadores, llegando a un millón de personas que la acompañaron o simplemente la vieron pasar al finalizar el segundo día de esta historia a las 20 horas en la Plaza de la Constitución, donde la muñeca bailó y se acostó en una cama que tenía una almohada cubierta con telares mapuches, por medio de los cuales ella lograría conocer los sueños de los niños del país.
El sábado 30 de enero, otra sorpresa captó la atención de los santiaguinos. Mientras la Pequeña Gigante dormía plácidamente, un misterioso container azul había aparecido en la Plaza Bulnes, al otro lado del Palacio de Gobierno. Se trataba del señor Escafandra, quien a las 10 de la mañana emergió de las profundidades de la tierra para ir en busca de su sobrina y conocer la ciudad de la que ella tanto había hablado.
Para ello, recorrió el centro de Santiago, desde la Alameda hasta la Plaza de Armas, donde esperaba encontrarla, sin embargo, no tuvo buenos resultados. Por eso siguió su camino en dirección hacia Plaza Venezuela para dormir una siesta de la que despertó a las 17 horas para continuar la búsqueda. Los niños le gritaban que la pequeña se encontraba cerca de La Moneda y, debido a que él no conocía las calles, decidió hacer el mismo recorrido de vuelta a la Plaza Bulnes.
Por su parte, la Pequeña Gigante despertó a las 13 horas en la Plaza de la Constitución y decidió recorrer junto a familias completas, padres e hijos, las calles de Santiago, saliendo de la Plaza de la Constitución hacia el Parque Almagro -donde llegó a las 16 horas-, no sin antes hacer una parada en la Plaza de Armas.
Finalmente, a eso de las 20 horas apareció la muñeca en el bote que la trajo a nuestro país. Fue un emotivo encuentro en el que la pequeña se elevó hacia los brazos del Escafandra, él la miró y la abrazó. Felices y reunidos ante un mar de gente que observaba el momento y que eran parte de las 600 mil personas que acompañaron a la pequeña y su tío, ella le comenzó a relatar lo que había visto y los sueños de los niños mapuches que había conocido en sus sueños, tras lo cual durmieron toda la noche.
Pero como todas las invitaciones tienen un fin, el domingo 31 de enero la Pequeña Gigante y su tío Escafandra decidieron dar uno de sus últimos paseos por la ciudad.
Por ello, a eso de las 11.20 de la mañana y rodeados de la expectación de los niños y adultos que esperaban su despertar, los muñecos se levantaron y emprendieron la caminata rumbo a Portugal con Alameda. Tras una hora y media de recorrido, sobrina y tío llegaron a dicha intersección donde se detuvieron a descansar hasta las 18 horas, última vez en que los liliputienses que manipulaban los muñecos dieron el vamos a una de las fiestas ciudadanas más exitosas del país.
La caravana final se dirigió por la Alameda hacia Plaza Bulnes en una fiesta ciudadana que durante el día fue vista por cerca de un millón de personas y en la cual los gigantes se despidieron del país luego de repartir entre el público postales escritas de “su puño y letra” por la muñeca.
Al llegar a la Plaza Bulnes ambos gigantes se despidieron de los tres millones de personas que los acompañaron durante tres días, el tío Escafandra ingresó nuevamente a su container y la Pequeña Gigante se recostó en su silla de sol, en un emocionante final tras el cual la directora de Santiago a Mil, Carmen Romero, comentó: “Gracias por acompañarnos en este sueño, por contar esta historia hermosa en distintos lugares y hacer de Santiago un escenario donde vivimos un cuento que culmina así. Gracias por acompañarnos a celebrar los 200 años del teatro chileno y que nos permitió cerrar con 3 millones de personas en completa tranquilidad, ver la emoción de la gente y saber que es posible hacer una historia para tantos chilenos en vivo y en directo, eso es emocionante”.
Escribe a kalbun1_@hotmail.com
VER MÁS EN: http://www.santiagoamil.cl/es/?p=2983
Todo comenzó con una misteriosa grieta en la ciudad. En medio del asfalto de la Plaza Venezuela, frente al Mercado Central, apareció el jueves a las 7 de la mañana un sorpresivo y enorme géiser que cada 10 minutos asombraba a los cientos de transeúntes que llegaron a conocerlo, con un gran chorro de agua expulsado hacia los aires.
Se trataba de las primeras pistas de la llegada de los dos gigantes más populares de nuestro país: la Pequeña Gigante y su tío, el señor Escafandra, quienes visitaron Chile en el marco del Festival Internacional Santiago a Mil con “La Invitación”, espectáculo callejero que el director de la compañía francesa Royal de Luxe, Jean Luc Courcoult, tituló así “porque han sido invitados para festejar el aniversario de la Independencia del país, y, a la vez, el corazón de la Pequeña Gigante tiene ganas de invitar a los chilenos a almorzar con ella y seguir esta historia. Por lo tanto, este título se refiere a una doble invitación”.
Tal como en su primera visita de 2007, donde fue despertada en la Plaza Venezuela por la presidenta Michelle Bachelet, la Pequeña Gigante se levantó de su siesta con la visita de la mandataria a las 10.45 de la mañana en la Elipse del Parque O’Higgins, para tomar desayuno con la muñeca.
La presidenta llegó al lugar acompañada por el director de la compañía y la Ministra de Cultura, Paulina Urrutia y la directora del Festival Santiago a Miol, Carmen Romero. De igual forma, el Cuadro Verde de Carabineros también se hizo presente regalándole a la pequeña un globo gigante.
Tras saludar a la mandataria, ducharse, vestirse y realizar sus ejercicios matutinos, la Pequeña Gigante se dirigió a laguna del Parque O’Higgins donde sumergió los pies y decidió dormir una siesta para despertar luego a las 17 horas y subirse al barco que la llevaría hasta la Plaza de la Constitución.
Ya en este punto, se calculaba que alrededor de 600 mil personas se habían reunido para acompañar a la muñeca en su paseo por el centro de Santiago y con el cual, a medida que avanzaba por las calles de Santiago, iba reuniendo a más espectadores, llegando a un millón de personas que la acompañaron o simplemente la vieron pasar al finalizar el segundo día de esta historia a las 20 horas en la Plaza de la Constitución, donde la muñeca bailó y se acostó en una cama que tenía una almohada cubierta con telares mapuches, por medio de los cuales ella lograría conocer los sueños de los niños del país.
El sábado 30 de enero, otra sorpresa captó la atención de los santiaguinos. Mientras la Pequeña Gigante dormía plácidamente, un misterioso container azul había aparecido en la Plaza Bulnes, al otro lado del Palacio de Gobierno. Se trataba del señor Escafandra, quien a las 10 de la mañana emergió de las profundidades de la tierra para ir en busca de su sobrina y conocer la ciudad de la que ella tanto había hablado.
Para ello, recorrió el centro de Santiago, desde la Alameda hasta la Plaza de Armas, donde esperaba encontrarla, sin embargo, no tuvo buenos resultados. Por eso siguió su camino en dirección hacia Plaza Venezuela para dormir una siesta de la que despertó a las 17 horas para continuar la búsqueda. Los niños le gritaban que la pequeña se encontraba cerca de La Moneda y, debido a que él no conocía las calles, decidió hacer el mismo recorrido de vuelta a la Plaza Bulnes.
Por su parte, la Pequeña Gigante despertó a las 13 horas en la Plaza de la Constitución y decidió recorrer junto a familias completas, padres e hijos, las calles de Santiago, saliendo de la Plaza de la Constitución hacia el Parque Almagro -donde llegó a las 16 horas-, no sin antes hacer una parada en la Plaza de Armas.
Finalmente, a eso de las 20 horas apareció la muñeca en el bote que la trajo a nuestro país. Fue un emotivo encuentro en el que la pequeña se elevó hacia los brazos del Escafandra, él la miró y la abrazó. Felices y reunidos ante un mar de gente que observaba el momento y que eran parte de las 600 mil personas que acompañaron a la pequeña y su tío, ella le comenzó a relatar lo que había visto y los sueños de los niños mapuches que había conocido en sus sueños, tras lo cual durmieron toda la noche.
Pero como todas las invitaciones tienen un fin, el domingo 31 de enero la Pequeña Gigante y su tío Escafandra decidieron dar uno de sus últimos paseos por la ciudad.
Por ello, a eso de las 11.20 de la mañana y rodeados de la expectación de los niños y adultos que esperaban su despertar, los muñecos se levantaron y emprendieron la caminata rumbo a Portugal con Alameda. Tras una hora y media de recorrido, sobrina y tío llegaron a dicha intersección donde se detuvieron a descansar hasta las 18 horas, última vez en que los liliputienses que manipulaban los muñecos dieron el vamos a una de las fiestas ciudadanas más exitosas del país.
La caravana final se dirigió por la Alameda hacia Plaza Bulnes en una fiesta ciudadana que durante el día fue vista por cerca de un millón de personas y en la cual los gigantes se despidieron del país luego de repartir entre el público postales escritas de “su puño y letra” por la muñeca.
Al llegar a la Plaza Bulnes ambos gigantes se despidieron de los tres millones de personas que los acompañaron durante tres días, el tío Escafandra ingresó nuevamente a su container y la Pequeña Gigante se recostó en su silla de sol, en un emocionante final tras el cual la directora de Santiago a Mil, Carmen Romero, comentó: “Gracias por acompañarnos en este sueño, por contar esta historia hermosa en distintos lugares y hacer de Santiago un escenario donde vivimos un cuento que culmina así. Gracias por acompañarnos a celebrar los 200 años del teatro chileno y que nos permitió cerrar con 3 millones de personas en completa tranquilidad, ver la emoción de la gente y saber que es posible hacer una historia para tantos chilenos en vivo y en directo, eso es emocionante”.
Escribe a kalbun1_@hotmail.com
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